Friday, February 26, 2010

Café Averno

Entre las seis y las ocho de la mañana el Café Averno concentra casi todos los vicios. El ludópata pulsa las teclas de la máquina tragaperras como si fuera el órgano de una catedral oscura. Los feligreses asisten con terror a los exorcismos de la madrugada. La ninfómana, con un whisky entre las manos, envidia a la puta que bebe cafeina compulsivamente. El camarero muestra el vello de su pecho sin vanidad, parecen los crisantemos mustios de una tumba olvidada. Una señora de abrigo raído lleva en la mano las catástrofes que durante el día deposita dentro de los paragüeros. La tele no se calla nunca. La grieta de la vida se quiebra justo en los azulejos de la cocina. Una gotera derrama lágrimas, inunda el sótano, hace agujeros en el cerebro de las ratas.

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