Wednesday, October 22, 2008

Aspiraciones de un moderno

Entre mis aspiraciones figura “ser moderno”. Ser incluso vanguardista. Estar más allá de la última hora. Ser no de hoy, sino de mañana, como el futuro. Diría más: yo quiero ser futurista como las galaxias, que aunque han existido siempre parecen lo más nuevo desde que existen las naves espaciales.

He leído en varias revistas de tendencias y en varios ensayos de estética post que la modernidad consiste en combinar cosas al tuntún. Algo que a mí me parece bastante parecido a abrir la nevera y ver lo que encuentro para cenar. Esto creo que me ha convencido, esto exactamente sería la modernidad, igual que la última comida del día, después de tantas horas de trabajo, de tanto esfuerzo: colocarse una zapatilla en la cabeza, correr desnudo por el medio de una procesión, hacer ballet cada vez que se cruza el paso de cebra…la provocación, en definitiva. Ahora entiendo por qué muchos consideran la modernidad como una chapuza. (Los modernos podríamos llamarnos chapuzistas – y esto sería muy moderno por dos razones: porque es reciclaje verbal y porque nos lo diríamos a nosotros mismos, lo que es tan pretencioso como provocador)

Pero quien piense que somos unos chapuzas involuntarios, por desidia, que juzgue nuestro peinado. Si somos under es porque hemos querido ser under. Para los modernos es fundamental el corte de pelo y la pigmentación de la piel. Estas dos cosas demuestran que no somos cutres. Somos lo más parecido a un artista, algo importante: los modernos y los artistas son categorías casi idénticas. El moderno es genial aunque no lo intente, y además deslumbra como una estrella fugaz, como una galaxia, como un artista en mayúsculas. En la sociedad futura todos seremos conceptuales, haremos performances sin parar – nos negaremos a hacerlas en un futuro ulterior, pero las haremos sin darnos cuenta – En definitiva, que seremos algoritmos, ecuaciones e integrales, pero sobre todo, políticamente correctos, correctísimos como el minimalismo y el conceptualismo que pagan los museos y que me han inculcado que sea moderno, ya que ser moderno es también ser más mono, más decoroso y estar mejor ubicado en la colección.

Digo que la modernidad me azota virulentamente, me hace feliz, me instiga a ser glamouroso y a ser postrero también.

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